Responsabilidad por la inactividad de la Administración Pública
Los recursos administrativos son clave en la tutela judicial al permitir impugnar actos de la Administración Pública en El Salvador.
Toda organización es concebida bajo un sentido de permanencia, continuidad y éxito. Sea que se trate de un ente conformado con finalidades lucrativas (empresa) o bien con propósitos que no están relacionados con la obtención de ganancias, el común denominador en la constitución de las organizaciones es el cumplimiento de uno o varios objetivos ya sea para un plazo fijo o un tiempo indefinido. Desde luego, la consecución de los objetivos trazados no se produce por generación espontánea, más bien, es menester que se adopten herramientas y estrategias que se erijan como un vehículo para lograr tal finalidad. Esto incluye no sólo el propio diseño de la organización desde su génesis sino una verificación constante y objetiva de los aciertos, desaciertos, fortalezas, oportunidades, amenazas, debilidades que permita realizar los ajustes pertinentes e incluso, de ser necesario, un rediseño de toda la organización. A nivel organizacional el desarrollo se traduce en crecimiento, mejora, evolución, esto es, un antes y un después en la organización, tanto a nivel interno como en el impacto que genera en el entorno, lo cual es posible mediante la adopción de diversos métodos propuestos por la teoría administrativa, siendo los más representativos abordados en el presente ensayo.
Como punto de partida, debemos recordar que la organización se define como “la estructuración de las relaciones que deben existir entre las funciones, niveles y actividades de los elementos materiales y humanos de un organismo social, con el fin de lograr su máxima eficiencia dentro de los planes y objetivos señalados” (Reyes Ponce, 2005). Nótese cómo, en su propuesta conceptual, el teórico citado realiza una conjugación de los elementos tangibles e intangibles que coexisten indefectiblemente en una organización, constituyendo esta, por tanto, un sistema en el que convergen recursos materiales, inmateriales (derechos, obligaciones, software) y, por supuesto, el capital humano como gestor de tales recursos.
Por su parte, en un sentido amplio y de acuerdo con la Real Academia Española el vocablo desarrollo está referido al acrecentamiento, es decir, al incremento de algo ya sea de orden físico, intelectual o moral. No obstante, originalmente la palabra desarrollo era empleada en el ámbito de las ciencias naturales (y de forma puntal en biología) para referirse a la evolución de los seres vivos, por medio del cual los organismos logran realizar y alcanzar su potencial genético: la forma natural del ser, prevista por el biólogo. Parafraseando a Wolfgang Dietrich, precursor del empleo biológico del término, se ha dicho que el desarrollo se ve frustrado cuando la planta o el animal no logra cumplir con el programa genético establecido o lo sustituyen por otro, y en tal caso no sería desarrollo, sino una anomalía (Martínez, 2012).
Lo relevante del acuñamiento inicial de la palabra desarrollo es la vinculación existente entre un organismo y las finalidades que persigue, nexo que no sólo es predicable de los seres biológicos sino también de los entes de construcción social como las organizaciones.
Desde la connotación administrativa, el desarrollo significa la implementación de estrategias para la formulación de un proceso de cambio planeado, que resulta lento y gradual que conduce al exacto conocimiento de las fortalezas, debilidades de la organización y al aprovechamiento de las oportunidades que coadyuvan la plena realización de sus potencialidades (Sánchez, 2009). El desarrollo de una organización se construye o alcanza de forma gradual siendo el resultado del interés y esfuerzo de las personas que pueden tomar decisiones dentro de la misma.
También, el desarrollo organizacional puede ser entendido como una herramienta para el uso de los recursos organizacionales y humanos a fin de mejorar la eficiencia y expandir la productividad, el cual puede ser empleado para resolver problemas dentro de la organización o como una forma de analizar un proceso y encontrar maneras más eficientes de hacerlo (Chiavenato, 2009). De ahí que implementar el desarrollo organizacional requiere una inversión de tiempo y dinero, pero, sobre todo, requiere de la preparación y disposición del talento humano para que se logre el éxito.
III. Modelos para el desarrollo organizacional.
A nivel teórico existe una multiplicidad de planteamientos en torno a los modelos que pueden adoptarse para la consecución del desarrollo de las organizaciones. No existe una postulación unívoca acerca de los modelos que reflejen una mayor efectividad, de tal suerte que cada organización debe seleccionar el que más se ajuste a sus pretensiones y a su condición particular.
En el escenario planteado, es posible identificar distintos modelos de desarrollo organizacional atendiendo al autor que los aborde. Así, desde una primera óptica podemos enunciar los siguientes modelos (Garzón, 2005):
En otro orden de ideas, resulta valioso referirnos a otra clasificación de los modelos de desarrollo organizacional (Del Río, 2017):
a. Modelo Administrativo: Propuesto por Koontz y Weihrich se caracteriza por abordar el fenómeno organizacional con una filosofía global que permita hacer uso de herramientas y técnicas como medios utilizables en determinados momentos. Según esta perspectiva los roles o papeles son fundamentales especialmente en la alta gerencia en función de la conducción general de la organización, lo que aumenta en la medida en que la unidad de producción se hace más compleja y se trata de adaptar a escenarios de creciente competitividad.
b. Modelo de la Dinámica Organizacional: Considera los insumos como factores que ingresan a las organizaciones provenientes del entorno externo (capital, tecnología, materia prima y recurso humano) como del ambiente externo, siendo los productos los indicadores de la efectividad de la organización.
c. Modelo de los procesos motivacionales básicos: Enfatiza la naturaleza cíclica de motivación y muestra que los individuos se encuentran en constante estado de desequilibrio procurando continuamente para satisfacer una amplia variedad de necesidades. Es allí donde las organizaciones resultan vitales para satisfacer tales necesidades.
d. Modelo Situacional Sobre el Liderazgo: Parte de la capacidad y dimensión de los individuos en asumir la responsabilidad de dirigir su propia conducta, particularmente, de las funciones y responsabilidades que deben cumplir en la organización.
e. Modelo para la Toma de Decisiones: Sus defensores afirman que la organización debe hacer hincapié en las relaciones de contexto con el medio externo tanto en el aprovisionamiento de insumos, recursos humanos, clientes y en lo externo en cuanto a la medición cuantitativa y proyección de sus resultados. La toma de decisiones tanto individual como de grupo debe estar plenamente reforzada por mecanismos de control, evaluación o monitoreo.
Como se anunció supra los modelos en alusión no son los únicos que se han formulado con miras a la conquista del desarrollo organizacional. Incluso, recientemente, por primera vez (aunque retornando a la fase embrionaria del término desarrollo) un autor ha planteado un modelo de gestión o desarrollo organizacional basado en la biología (Benedicto, 2002). El teórico refiere que una empresa es una realidad económica cuya función es crear valor y/o utilidad mediante el desempeño de una actividad con la cual, a partir de unos recursos, obtener unos productos de mayor valor y/o utilidad que los primeros. Consta de cuatro elementos fundamentales: el factor humano, el patrimonio, la estructura organizativa y el entorno. A consideración de éste el paralelismo con un sistema en la nano escala es claro; el factor humano serían los átomos implicados, el patrimonio su energía interna, la organización las leyes de la física, y el entorno su entorno fisicoquímico. El desempeño correspondería al cambio en los estados fisicoquímicos efectuado durante los procesos que tienen lugar en el sistema.
IV. Conclusiones
No existe un único camino en la búsqueda del desarrollo de las organizaciones ni una fórmula mágica para su conquista. De hecho, el mismo nivel de desarrollo puede variar entre una y otra organización de acuerdo a su naturaleza jurídica (es decir existiendo diferencias cuando se trata de una empresa, de una entidad pública, de una organización sin fines de lucro, de un asocio público privado o una sociedad de economía mixta, etc.), su campo de acción (emprendimiento, cobertura nacional, transnacional), el rubro en el que se desenvuelve, entre otros aspectos.
Sin perjuicio de lo anterior,
Las aristas mencionadas.
Bibliografía
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